Una reflexión sobre el papel de la administración a la hora de contratar diseño.
Yo no hago críticas de diseños malos. Al menos públicamente. No me río cuando veo un esperpento gráfico anunciando una exposición o asomando en una valla publicitaria. Y no me jacto de que habría hecho mejor aquél logo de allá. Yo soy piscis y soy muy sensible, y esas cosas me afectan, y me sienta como una patada en los cojones cada vez que veo una de esas cosas no-diseñadas. No me aporta nada, pese a lo criticón que soy, criticar porque sí.
Yo hago críticas por el no uso del diseño. Cada vez que alguien deja de contar con un diseñador le pido a Dios que mate a un gatito. Al fin y al cabo si tengo un problema legal recurriré a un abogado, y no al hijo de mi prima al que le encanta leer. Y lo que más me pone a parir es que quien tendría que dar ejemplo con este tipo de cosas no lo haga. Y por si en las próximas líneas me acabo dispersando como hago a menudo, dejo ya escrito que me refiero con esto a la administración pública de la Comunidad Valenciana, así como al Ayuntamiento de Valencia, ciudad que lleva entrando en mis retinas desde hace 30 años.
Ojalá sólo fuese una lucha didáctica con el tejido empresarial de esta comunidad para enseñarles que existen unos diseñadores profesionales para solucionar sus problemas de comunicación. Ojalá, porque es esa lucha la que lleva desde hace 25 años la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana. Pero el empresario necesita de un ejemplo, que aún no ha encontrado en su propia ciudad. La sociedad valenciana necesita que sean las instituciones públicas las primeras que contraten servicios profesionales de diseño para las labores de comunicación gráfica que salen de sus despachos. Igual que unos padres terminan entendiendo lo que es realmente el diseño cuando su hijo lleva ya 5 años ejerciéndolo, el empresario valenciano no entenderá que eso tiene un valor a menos que su gobierno se lo enseñe con ejemplos.
Se me ponen los pelos de punta cada vez que veo un no-diseño firmado por la Generalitat Valenciana o por alguna de sus consellerías o por el propio Ayuntamiento de Valencia porque sé que eso representa cada una de las ocasiones en que un diseñador se ha dado de cabezazos contra la pared al ver que su cliente no comprende ni valora ni respeta su trabajo. Por muchos años que pasen (e institucionalmente ya va un cuarto de siglo) el diseño en la Comunidad Valenciana no alcanzará la mayoría de edad si no cuenta con el apoyo necesario. Y, ojo, esto no es incompatible con tener no sólo a los mejores profesionales que ha dado este país, sino a una cantera prometedora que gracias a los nuevos medios de difusión ya apuntan maneras y se hacen eco de que en Valencia las cosas se pueden hacer muy bien.
Mis amigos están hartos de escuchar los sermones que suelto sobre el tema, y es que cuando discuto estas cosas me gusta destacar dos tipos de casos que ocurren a nuestro alrededor: Cada vez que una empresa apuesta por primera vez por añadir el valor del diseño a su negocio y cada vez que una empresa que podría haberlo hecho, estaba en sus manos y no sería nuevo para ella, deja de hacerlo. Y es en este segundo caso en el que tristemente siempre sale a relucir la empresa pública valenciana, que es una experta en hacer las cosas mal. Y siento la necesidad de quejarme de esto como diseñador y como ciudadano. Como profesional y como “patidor” que sabe que tiene el derecho de quejarse abiertamente, que no estamos en la Edad Media y no hay que rendir pleitesía y acatar humilladamente lo que haga el rey desde su castillo. Aquí estamos para quejarnos. We are here to be bad (¡Querido Tibor Kalman, me acabas de salir del alma!).
Necesito ser honesto con lo que veo en las calles de Valencia. Porque creo que así soy honesto conmigo y con mi profesión (¡Paco Bascuñán, te echamos tanto de menos!). Porque cada vez que saco uno de estos temas de discusión o publico en Twitter o en mi muro de Facebook estos ejemplos y leo comentarios de gente externa al diseño que se dan cuenta de que “eso” no funciona y que se podría haber hecho mejor, me siento más agusto, comprendido, como con la tarea de boy-scout bien hecha (¡Modesto, mentor mío!), como si hubiese ayudado a una viejecita a cruzar la calle.
Por los que llevan toda su vida dedicada al diseño, por los que hemos ido llegando después, por todos los que ahora empiezan y por los que vendrán próximamente a intentar labrarse un futuro en el diseño de Valencia. ¡Va por nosotros!
Yo no hago críticas de diseños malos, como decía. Yo critico que en mi ciudad, donde alguna vez se han hecho las cosas bien, se hagan mal. Porque eso me demuestra muy poca profesionalidad. Porque si eres capaz de hacer las cosas bien tienes la responsabilidad de hacerlas bien.
Soy realista, sé que no voy a cambiar el mundo y es más un ejercicio de desahogo personal, pero al menos no me podré reprochar no haberlo intentado, no haberme quejado, no haber querido apoyarnos a todos.
Texto publicado por Xavi Calvo para el número 1 del magazine ‘CMD+Z’ editado por Que Maten al Diseñador Proyectos Creativos.
Septiembre 2010. CMD+Z no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores.